LA ESPECIE ELEGIDA: LA LARGA MARCHA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA

El libro comienza planteando, ya desde su título, la pregunta de si somos o no los seres humanos la especie elegida por la selección natural. La respuesta inmediata de cualquiera sería un sí rotundo, pero los autores dejan abierta la puerta a otras posibilidades que, dicen, aclararán al final tras mostrarnos todos los pasos y evidencias necesarias para alcanzarlas, haciéndonos así partícipes de ellas cual detectives.

En primer lugar, tras una breve explicación de los principios neodarwinistas, los autores sitúan al ser humano dentro del Reino Animal, clasificándolo en: primate, haplorrino, simio, catarrino y hominoideo. A continuación, nos acercan a los cambios climáticos acaecidos en el planeta y las consecuencias que trajeron para los hábitats y para la fauna, aunque eso se desarrolla más profundamente en los capítulos siguientes, donde nos sumergimos en la historia de los homínidos, del ser humano.

Nos habla de los primeros homínidos (Ardipithecus y Australopithecus), del género Homo y sus coetáneos (Paranthrophus y Neanderthal), de su expansión y de las características que nos diferencian, prestando especial atención a la postura bípeda, al mayor grado de encefalización y al lenguaje.

En la parte dedicada a los antepasados del ser humano, los autores dedican, quizás, demasiado espacio a la descripción de los fósiles (características, lugar, nombre…), lo cual hace la lectura algo confusa y pesada a ratos. Cabe decir que retratan a cada uno, situándolo en el tiempo y en el espacio todo lo mejor posible, pero dejando siempre claro las controversias que se generan.

Respecto a la locomoción bípeda, nos hablan de los cambios que se producen en la anatomía, sobre todo en el ala ilíaca de la pelvis, y de las consecuencias que trajo, resultando muy interesante, bajo mi punto de vista, la que provoca que se reduzca el canal del parto, lo que hace más doloroso el alumbramiento.

En cuanto al grado de encefalización, nos muestran que los humanos somos los que lo tenemos mayor, otorgándonos capacidades exclusivas como preguntarnos el por qué de nuestra existencia y el ser capaces de investigar sobre ella. Se comentan, además, sus consecuencias, como el lenguaje.

De este último, nos dicen que provoca que seamos incapaces de respirar al mismo tiempo que bebemos debido a la baja localización de la laringe y que, según diversos estudios, parece estar ligado al origen del género Homo, aunque esta opinión no es compartida por otros autores, incurriendo así en una nueva polémica de las muchas que, a lo largo del libro, nos enseñan que se suceden en el complicado mundo de la paleontología, mundo al que, sin embargo, consiguen acercarnos.
En los últimos capítulos, nos mencionan con frecuencia el yacimiento de Atapuerca, lugar de trabajo de los autores, que aprovechan para aclarar que muchos misterios y discusiones se resolverán con los hallazgos futuros, los cuales, no obstante, propiciarán seguramente nuevas polémicas. ¡Apasionante ciencia!

Hacia el final del libro, vuelve a surgir la pregunta con la que se inició. En mi opinión, que creo está bastante en consonancia con la del texto leído, y después de ejercer de humilde e inexperta detective, los humanos constituimos una especie única dentro de un mundo de especies únicas, un mundo que, a pesar de sus leyes, no sabemos cómo responderá en los años que vengan, motivo por el cual, debemos cuidarlo y a todos sus habitantes, ya que como muy bien apuntan en el último párrafo: “la Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la Tierra”.