abril de 2008
número 1
Ana Castro Valero
Alumna de 2º Bachillerato
La desmemoria sólo fue un síntomaDe una regularidad con olor a flores rotasY aceite quemado en una sartén vacía.No quisieron reconocer la dureza del duelo matutinoNi la frialdad de las sábanas,Ni la incomodidad del insomnio compartido,Silencios como hieloQue derrite las profundidades de un valle cubierto de hojas.Las mentiras sólo eran un atenuante.No quedaban fuerzas para batallarY era más sencillo transformarse en sombras,Sombras sin recuerdos que se cruzan por el pasillo,Fantasmas sin voz cocinados a fuego lento,A años lentos, a falta de caricias...La soledad ya no era ausencia;Todas las noches era de noche con horas vivasY todos los días estaban abocados al suicidio con horas muertas.La televisión y el sofá mediaban la convivencia;Lo peor eran los gritos,Los rencores acallados tanto tiempoQue ni siquiera era posible reconocerseEn las fotos viejas de jóvenes,En los viejos jóvenes de las fotos,En los jóvenes viejos que habían llegado a ser.Quizás fueron los niños, la hipoteca,Las letras del coche, las vacaciones en familia,Los llantos nocturnos con sabor a leche y pañalesO las risas de atardecer desgastándose jugando...Pero eso no existía:El piso estaba vacío y sus dos únicos ocupantesSe disputaban quién debía empuñar el cuchillo antes.A lo mejor con amantes todo habría sido más fácil.El plazo había vencido.Ya no quedaban intentos que robarle al contrato.La desmemoria era sólo un síntomaY las mentiras un atenuante.La vida a dos era todo lo demás.
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net |