SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2008

número 1
ISSN: 1988-9607
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ENTREVISTA A JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE

Ana Castro, Nieves Marín y Lisset Boza
Alumnas de 2º Bachillerato

P: ¿Encasillarías tu obra dentro de alguna tendencia literaria en concreto?

R: En la tendencia celebratoria de la vida. En todas mis novelas hay tristeza y dolor, pero también hay alegría. Yo creo que todos mis personajes buscan la felicidad. Puede que algunos sean más tristes que otros, tengan más problemas que otros pero todos son grandes luchadores por la felicidad. Entonces, en ese aspecto, lo que yo escribo es celebratorio: se trata de gente que, a pesar de las dificultades que la vida les plantea, lucha por su momento de alegría.

P: ¿Tú crees que la felicidad es alcanzable?

R: ¡Por supuesto que sí! Yo en este momento soy absolutamente feliz.

P: Pero, esto se trata de un momento concreto… ¿Crees en la felicidad en sí misma?

R: Sí, no como estado permanente, porque entonces seríamos idiotas, pero creo en la felicidad como meta, no como estado perpetuo, porque la tristeza y el dolor son necesarios. Uno tiene que saber lo que es sentir el dolor porque si no seríamos estúpidos. Sin él, no existe la felicidad; sin un extremo no existe el otro. No sé si creo en la felicidad, pero, desde luego, sí en momentos de plenitud.

P: ¿Hay momentos que nos marcan de por vida, en ese caso?

R: Por supuesto. Momentos y decisiones. Un ejemplo de ello son las familias que quedaron destrozadas hace cuatro años a causa del 11-M, que no se podrán recuperar nunca, que recobrarán sus vidas, pero que han quedado marcados para siempre.

P: ¿Los escritores perciben el dolor de forma diferente al resto de las personas?

R: No, para nada. Otra cosa es la forma de expresarlo… Pero cualquier persona con dos dedos de frente y un poco de corazón siente el dolor.

P: Otro tópico frecuente es eso de que los escritores están dolidos con la vida. ¿Es esto verdad?

R: En mi caso, no. Sin embargo, la escritura, a veces, parte de un sentimiento de dolor, eso sí es cierto. Yo empecé a escribir siendo adolescente, aunque me lo tomé más en serio con dieciséis años, y comencé a hacerlo como respuesta a una serie de interrogantes que yo tenía, que en ocasiones eran dolorosas y difíciles. La escritura es como una especie de terapia, de solución parcial, y por ello, en ocasiones, gracias a ella, se encuentra una respuesta. Por el contrario, hay grandes obras literarias que están escritas desde la felicidad, desde la plenitud, aunque pervive esa imagen romántica de Edgard Allan Poe como escritor atormentado que utiliza las palabras para liberar sus demonios personales. Esa imagen romántica existe y es más vendible. Así, yo estoy en contra de la visión del escritor atormentado.


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