SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2009

número 2
ISSN: 1988-9607
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LAS DOS CARAS DEL PERIODISMO

Irene Sánchez Ceballos
Alumna de 1º de bachillerato C





Estamos en la era de la comunicación. Las personas necesitamos saber cómo va el mundo porque no somos seres aislados, sino unos auténticos animales sociales que pretendemos saciar nuestra curiosidad por dos sencillos motivos: no estamos solos en el mundo y todo está relacionado. Por eso recurrimos a la radio, la televisión, Internet… para obtener nuestro objetivo: la información.

Detrás de los medios de comunicación hay personas que se encargan de buscar contenidos, contrastarlos y seleccionarlos: son los periodistas, ¿pero qué sabemos de ellos?

Por una parte están los que buscan causar impacto, aprovechándose del aburrimiento y/o la ignorancia de la gente. Tratan temas morbosos para llamar la atención, pero en realidad no son temas importantes porque no afectan a nuestras vidas. Pueden buscar el morbo, por ejemplo, en la vida de algún famoso, llegando incluso a inventar una noticia donde no la hay, provocando escándalo con una mentira. Se puede, sin embargo, redactar una noticia de calidad sobre los famosos si se hace hincapié en aspectos de la personalidad o relacionados con la cultura, por ejemplo, y sobre todo, siempre y cuando se respete a las personas.

Otro ejemplo de falta de profesionalidad en el periodismo es la manipulación. Da igual a favor de quién se esté, lo importante es ser riguroso aunque perjudique a determinadao partido político o a la empresa que paga… . Esto que les presento algunos lo podrían calificar de “periodismo basura”. Dejémoslo en falta de profesionalidad.

Por otro lado, está el periodismo auténtico, que se vale de la verdad, el trabajo y el talento. Un buen periodista no miente ni omite información (que conozca) ya sea de derechas o de izquierdas, le guste el fútbol, el baloncesto, el rock, la música latina…

Uno en su casa es muy libre de decir: “esto no es justo”, “a ese tío lo inhabilitaría políticamente”, “lo que hacen en ese grupo de música no es cantar”, “esa modelo es del montón y encima está súper-operada”…, pero en público hay que tener un mínimo de respeto y de educación, y hay que saber separar la vida personal de la profesional. Eso se llama periodismo de categoría: dejarse la piel en aportar información de calidad al lector o al espectador.

Por todo esto, me gustaría exponer algunas consideraciones al respecto, fruto de mi observación personal, por si pudieran resultar de interés o pudieran ser compartidas por otros jóvenes como yo:

—Lo más importante en cualquier trabajo esforzarse y echarle todas las horas que sean necesarias.

—Pensar en el tema que se va a tratar y en cómo se va a desarrollar.

—Emplear numerosas y diversas fuentes de información y sacarle partido, asegurándose de que sean fiables.

—Seleccionar la información. Pero ojo, la selección es un recurso para sintetizar, no para omitir los datos que nos convengan.

—Es recomendable escribir un borrador, pero se puede hacer el trabajo definitivo directamente (solo en el caso, que no es el nuestro, de redactores experimentados).

Si el género periodístico es la entrevista, he aquí algunas consideraciones:

—Para empezar, documentarse sobre el entrevistado o el grupo de entrevistados para no cometer errores vergonzosos.

—Planificar las cuestiones que se van a plantear en la entrevista, teniendo en cuenta a quién se le hacen las preguntas, el enfoque que quieras dar…

—La mayoría no somos tan rápidos como para escribir directamente la conversación, por lo que es recomendable traerse una grabadora y un cuadernillo o papel para tomar anotaciones.

—Acudir con serenidad, ser cordial e improvisar si es conveniente, ya que no estamos haciendo un examen, sino manteniendo una conversación, por lo que cada respuesta o planteamiento puede dar mucho juego. Para que los datos no queden olvidados, la grabadora ha de estar encendida y se deben anotar palabras clave, sin importar la presentación ni la ortografía (se pueden abreviar palabras).

—Transcribir y redactar la conversación.

Por supuesto, como receptores continuos de los medios de comunicación, somos susceptibles de ser manipulados. No hay una fórmula mágica para saber lo que es verdad y lo que es mentira, pero sí algunos sencillos trucos para no caer fácilmente en la trampa de la palabra:

—Consultar varias fuentes y mostrar predilección por las cadenas de televisión o radio, páginas web, etc. moderadas. Eso permite contrastar datos.

—Tener en cuenta la línea ideológica de cada medio de comunicación, para saber de qué modo ha podido manipular. Generalmente, presenta cierta fiabilidad cuando las críticas hacia el favorito, el que le paga… son negativas o viceversa.

—Examinar el mensaje de forma denotativa (situación, implicados, consecuencias tanto positivas como negativas…) y separarlo de la tendencia que muestre el emisor del mensaje. Así se pueden sacar las propias conclusiones. También hay que examinar la coherencia de lo que se dice.

—Las conclusiones sacadas deben ser razonadas.

Dicho esto, ¡seguiremos buceando en el mundo de la información!


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