SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2009

número 2
ISSN: 1988-9607
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Artículo de opinión

MIS RECUERDOS

Rosa Mª López Márquez
Profesora de Pedagogía Terapéutica

Mi vinculación con el I.E.S. Séneca se inicia hace muchos años. Sin saberlo mi vida ha estado y está ligada a él.Todo empezó cuando mi marido era un niño y se matriculó, a los 9 años, en las Escuelas Preparatorias para el Ingreso en Bachiller en el Instituto Séneca, situado en la Plaza de las Tendillas, hoy llamado Góngora. Terminado su periodo de preparación formó parte de la primera promoción de 1º de Bachillerato que inauguró el actual edificio.

Con el paso del tiempo, a mediados de los setenta, tuve mi primer contacto con el Centro pues aquí me examiné de las oposiciones para Magisterio. Más tarde, a mediados de la década de los 90, mis hijas también estudiaron aquí. Fue entonces cuando tuve las primeras noticias sobre las actividades deportivas realizadas por el Séneca. Aún recuerdo, y esto lo comento porque sé que a nuestro Jefe de Estudios le agrada oírmelo decir, cuando Azahara, mi hija pequeña, me relataba durante las comidas (tengo la enorme suerte de compartir la mesa todos los días con mi familia, costumbre que está dada a desaparecer) toda la preparación de la Carreras de los años 2000, 2001 y 2003. Yo la escuchaba en silencio pero, a decir verdad, no llegaba a comprender por qué a ella le causaba tanta emoción y le daba tanta importancia a una simple carrera de relevos, aunque sí me alegraba comprobar que mi hija me estaba dando a conocer de esa manera que estaba muy a gusto en “su instituto”.

Con el correr de los años llega el 2005, que es cuando aparezco en el Séneca como profesora del Aula de Apoyo a la Integración. De esta forma conozco todo lo que representan estas actividades lúdico-deportivas y comprendo la enorme magnitud de las mismas.

He vivido en primera persona en el año 2005 la Carrera; en el 2006 el Camino de Santiago; en el 2007 la Carrera y la subida a Trassierra (¡y también travesía y bajada!) y en el 2008 la Ruta Séneca-Quixote.

Para mí ha sido un auténtico placer participar en todas ellas y aportar mi pequeña colaboración. En mi vida profesional éste es mi quinto destino y en ninguno de los cuatro centros educativos anteriores he conocido una actividad extraescolar de estas dimensiones donde participan todos los sectores de la Comunidad Educativa: profesores, alumnos, padres, personal administrativo, conserjes; y de fuera de ésta: médicos, A.T.S., policía y Patronato de Deportes, que nos acompañaron en la ruta, así como entidades y empresas de nuestra ciudad con su colaboración económica.

Es un despliegue de trabajo, amor, vitalidad y alegría el que le echa el Equipo Directivo (fuera de sus obligaciones y de su horario de trabajo) que no debo pasar por alto ni dejar de reconocer el inmenso privilegio que tenemos todos los que trabajamos aquí de poder participar y sentirnos uno más entre todos, como ha sido mi caso, gracias a ellos y a este tipo de actividades.

Mi colaboración en la Ruta del Quijote consistió básicamente:

Antes de la Ruta: recogida de la aportación económica de los alumnos en las horas de recreo con su posterior entrega y recuento al Director (¡Aún sueño con ello!).

Durante la ruta: Mi misión era la de ir la última en el camino (con un chaleco verde fluorescente para que el Jefe de Estudios, desde lejos, supiese dónde estaba la cola y organizar así las paradas para reagruparnos) sin dejarme a nadie atrás, esperando a las chicas que se rezagaban para ir al “servicio”, dando ánimos a los alumnos que iban los últimos, bien porque su paso era más lento, otros porque a pesar de estar algo lesionados o cansados no querían abandonar para irse al “coche escoba”, o bien, como en el caso de algunas jovencitas que se retrasaban para estar cerca de nuestro “Cuerpo de Policía” que en algunas ocasiones, cuando podían, hacían algún tramo andando con nosotros.

Al final de cada jornada, cuando llegábamos a nuestro destino, mi labor, como la del resto del profesorado, consistía en ayudar a colocarnos en el polideportivo haciéndolo por cursos, vigilancia de las duchas de las chicas, de la cena y continuar con la vigilancia hasta que a altas horas de la noche estaban “casi” todos dormidos y así también nosotros podíamos hacerlo.

Hay que recordar un trabajo importante y diario: el de la recogida de todos los enseres y limpieza de los polideportivos en los que nos alojábamos. Por la mañana, un grupo de alumnos y profesores se encargaban de dejar todo tal y como nos lo habíamos encontrado a nuestra llegada el día anterior.

Como en mi clase, dadas sus características, suele haber pocos alumnos, estas actividades me han servido para tratar y conocer a muchos otros; también para percibir el cariño que me tenían mis propios alumnos. Muchas veces se quedaban atrás para preguntarme cómo iba o si me encontraba bien . Ya en el polideportivo, alguno de ellos se empeñaba en que durmiese a su lado para así tenerme cerca y ayudarme si lo necesitaba (según él esto podía ocurrir), o como cuando el Jefe de Estudios me mandaba a buscar algún alumno o profesor por cualquier motivo, otro de ellos se ofrecía a buscarlos para que yo descansase.

Tuve la ocasión de comprobar cómo los ATS y médicos, con la mayor de las sonrisas, a altas horas de la noche cuando se encontraban cansadísimos, no sólo de la caminata sino de curar cientos de ampollas, me atendían maravillosamente y no sólo curaron las mías sino que en una ocasión me obsequiaron con un estupendo masaje en los pies.

He vivido también cómo compañeras, que no tenían por qué hacerlo, me han acompañado en muchos tramos del camino para aliviar mi soledad o de cómo gracias a la ayuda de otra compañera pude una noche conciliar el sueño al encontrarme muy nerviosa.
He comprobado cómo siendo yo la “encargada” de Intendencia, Meli y su marido Juan fueron los que hicieron todo el trabajo.

También disfruté de las palabras de ánimo y consuelo en un momento de bajón de “las chicas de Secretaría”, Mª Ángeles y Mª Carmen. Allí nació nuestra amistad.

Y así podría seguir escribiendo cientos de líneas, rellenando folios, nombrando a todos los componentes del grupo y describiendo cómo mejora la actitud de los alumnos en los tiempos que preceden a la carrera o caminos; cómo trabajan en equipo para buscar el logotipo, para hacer cada curso su bandera, cómo lo hacen también ilusionadísimos para buscar y ensayar la canción que nos identifique y ponerle la letra, así como inventar una coreografía y ensayarla en el patio por grupos de amigos, cursos, etc.

En esos días todos damos lo mejor de nosotros y palabras como convivencia, ayuda, generosidad, altruismo, sentido de pertenencia a una comunidad y un largo etcétera se llenan de contenido y se hacen reales en nuestro Instituto.

Un ¡hurra! fortísimo para todo el Equipo Directivo por propiciar este tipo de actividades y vayan para ellos mis palabras de aliento y mis mejores deseos para que conserven la ilusión y lo puedan seguir haciendo durante muchos años.


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