SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2007

número 0
ISSN: 1988-9607
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A 100 años de su nacimiento

SEMBLANZA DEL POETA W. H. AUDEN (1907-1973)

Posiblemente sea Auden, junto con T. S. Eliot, el poeta inglés cuya obra mantiene en la actualidad mayor vigencia. Dotada de una extraordinaria fuerza expresiva y de una destreza formal indiscutible, la obra de W. H. Auden explora con lucidez, ironía y elegancia una amplia gama de asuntos, todos ellos de hondo sentido moral.

Eugenio Alemany
Profesor de Lengua y Literatura

[*ESCAPARATE*]
[*Tres poemas de Auden*]

- En memoria de W. B. Yeats

Nota del lectura.- La meditación acerca del paso del tiempo y del valor ético y social de la poesía, nace del dolor por la defunción del admirado poeta irlandés [imagen izquierda]. Poema donde resulta primordial el tono emocinal, la contenida expresión de los sentimientos. A partir de un cuadro de naturaleza, casi una égloga, las tres partes del poema despliegan los mejores recursos de Auden: el sentido del metro y la rima, la riqueza de las imágenes, la precisión conceptual, las fórmulas conversacionales y el uso de un léxico sencillo, no obstante, cargado de sugerencias.

I
Desapareció en lo crudo del invierno:
Los arroyos congelados, los aeropuertos casi desiertos,
La nieve desfiguraba las estatuas públicas;
El mercurio se desplomaba en la boca del día moribundo.
Los instrumentos con que contamos coinciden:
El día de su muerte fue un día oscuro y frío.
 
Lejos de su enfermedad
Los lobos corrían por los bosques perennes,
Al río campesino no lo tentaban los muelles elegantes;
Las palabras de duelo
Ocultaron la muerte del poeta a sus poemas.
 
Pero para él fue la última tarde como él mismo,
Una tarde de enfermeras y rumores;
Las provincias de su cuerpo se rebelaron,
Quedaron vacías las plazas de su mente,
El silencio ocupó los suburbios,
Falló la corriente de su sentimiento; se convirtió en sus
// admiradores
 
Ahora está disperso en cien ciudades
Y colmado de cariño anónimo,
Para hallar la felicidad en bosques de otra clase
Y ser sancionado por un código de conciencia extraño.
Las palabras de un muerto
Se alteran en las entrañas de los vivos.
 
Pero en la importancia y ruido del mañana,
Cuando los agentes rujan como bestias en el piso de la Bolsa,
Y los pobres sufran los padecimientos a que acostumbran,
Y cada cual en la celda de sí mismo esté casi convencido de ser libre,
Unos cuantos miles pensarán en este día
Como uno piensa en un día en que hizo algo un tanto extraño.
 
Los instrumentos con que contamos coinciden:
El día de su muerte fue un día oscuro y frío.
 
II
Fuiste necio como nosotros: tu don todo lo sobrevivió:
la parroquia de las damas ricas, la decadencia física,
a ti mismo. La loca Irlanda te hirió con la poesía.
Ahora Irlanda continúa con su locura y su clima,
Pues la poesía no hace que sucedan las cosas: sobrevive
En el valle de sus tareas, allí donde los ejecutivos
Nunca desearían inmiscuirse, fluye hacia el sur
Desde predios de aislamiento y penas laboriosas,
Ciudades brutales en las que creemos y morimos; sobrevive
Como una forma de acontecimiento, una boca.
 
III
Tierra, recibe a un huésped ilustre:
William Yeats descansa en paz.
Permite que la vasija irlandesa yazca
vaciada de su poesía.
 
En la pesadilla de la oscuridad
Los perros de Europa ladran,
Y las naciones vivas acechan,
todas encerradas en su odio;
 
La ignominia intelectual
mira fijamente desde cada rostro humano,
Y mares de compasión permanecen
encerrados y helados en cada ojo.
 
Sigue, poeta, sigue derecho
hasta lo hondo de la noche,
con tu voz sin ataduras
persuádenos aún de la dicha.
 
Con el cultivo de un verso
Haz una viña de la maldición,
Canta sobre el fracaso humano
En un éxtasis de aflicción;
 
En los desiertos del corazón,
deja que brote la fuente curativa,
En la prisión de sus días,
enseña al hombre libre cómo alabar.
 
(Versión de Gregorio M. Cantueso, supervisada por el profesor Demetrio Jiménez Mesa)

AQUÍ original en inglés: In Memory of W. B. Yeats (d. Jan. 1939)


- Blues de la Muralla Adriana
Nota de lectura: El "Blues de la Muralla Adriana" muestra a un soldado en los confines del imperio, velando por una idea que no
entiende o un poder con el que no se identifica; extrañando a su chica, lejana, angustiándose por los que merodean en torno a ella. Creo que el asunto clave, la tremenda fuerza política del poema, finca en buena medida en el hecho de que este soldado no es un hombre idealizado, ni lo es su amor por su novia: el anillo que ella le dio, él cuenta frescamente que lo perdió a los dados, y por otra parte no anhela volver a su patria para consagrarse a algo especialmente útil, sino para mirar el cielo con el único ojo que imagina ha de quedarle. No es, desde luego, un gran objetivo, y, sin embargo, es enteramente respetable. Ese soldado solitario merece simpatía no por ser un héroe, ni un antihéroe, ni un enamorado, ni un ciudadano de pro, sino simplemente por ser un hombre; además, un hombre que, batido por el viento cruel de unos poderes que determinan su presente, pese a todo tiene el valor de reírse un poco de los demás y otro poco de sí mismo. Su propia simpleza torna más injusta su suerte (...). El ritmo de cancioncilla, el fraseo popular del tetrámetro yámbico y sus rimas pareadas dan forma a este infantilismo, respetable y delicioso en el soldado, siniestro en los hacedores de la guerra.

Otra clave del pequeño poema es el punto de vista: Auden no asume la voz del bienpensante que se compadece del soldado, sino del propio soldado; es de su propia canción que surge ese pequeño gran personaje que hemos descrito; apenas se piense un poco en ello, se entenderá que ningún otro punto de vista hubiera podido llevar a ese resultado.

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Éste es un rasgo característico de Auden: cada elección, cada palabra, cada acento da en el blanco, como alguien que tirara una moneda al aire y le metiera diez balas por el mismo agujero. Es la certeza total, la habilidad absoluta puesta al servicio de un sujeto poético que, como el sabio verdadero, es sabio porque quiere saber, no porque lo sabe todo; efectivamente, el poemita no es una monserga pacifista, no es una respuesta, sino una pregunta por el destino del hombre y el sentido de la historia; (...) [Daniel Samoilovich]

Un viento de tormenta sopla sobre el rastrojo,
Tengo frío en la nariz, y en mi túnica piojos.
 
Viene la lluvia repicando del alto cielo inglés,
Soy un soldado de este muro, y no sé por qué.
 
La neblina lo está cubriendo todo,
Mi chica está en Tungria, yo duermo solo.
 
Aulus es un tipo que le arrastra el ala,
No me gusta su estilo, no me gusta su cara.
 
Piso es un cristiano, su dios es un pescado:
Si por él fuera los besos se habrían terminado.
 
Ella me dio su anillo; lo jugué y lo perdí:
Yo quiero a mi chica, y también me quiero a mí.
 
Cuando tenga un solo ojo y sea un veterano
No haré más que mirar el cielo del verano.
 
(Versión de Daniel Samoilovich y Mirta Rosenberg)

AQUÍ original en inglés: Roman Wall Blues


- Funeral Blues
Nota de lectura: Elegía amorosa que descansa en el tono exhortativo de la voz poética ligado a la serie de imágenes -tan plásticas como emotivas- con que se recortan el contorno del luto y la honda aflicción. El poema, que carecía originalmente de título, es recitado en la conocida película británica "Cuatro bodas y un funeral" (1994). Desde entonces se le conoce como "Funeral blues".

Parad los relojes y desconectad el teléfono,
dadle un hueso jugoso al perro para que no ladre,
haced callar a los pianos, tocad tambores con sordina,
sacad el ataúd y llamad a las plañideras.
 
Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje “Él ha muerto”,
ponedles crespones en el cuello a las palomas callejeras,
que los agentes de tráfico lleven guantes negros de algodón.
 
Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música.
Pensé que el amor era eterno; estaba equivocado.
 
Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y podad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.
 
(Traducción: revista digital "Letrópolis", Argentina)

AQUÍ original en inglés: Stop all the clocks... / IX Song)


Otros poemas de W. H. Auden traducidos al español

AQUÍ.- Marginalia / Agosto, 1968 / España, 1937 / Después de leer una guía infantil de física moderna
AQUÍ.- Museé des Beaux-Arts / Asilo de ancianos, traducción de J. Emilio Pacheco
AQUÍ.- Decidme cómo es el amor
AQUÍ.- Mientras paseaba una tarde
AQUÍ.- Cinco canciones


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