SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2009

número 2
ISSN: 1988-9607
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LOS ARTÍCULOS DE LARRA

Salvador García Pozuelo
Profesor de Lengua Castellana y Literatura



Leer a los clásicos siempre es un placer. Paradójicamente, hoy en día, en un tiempo en que impera el reino de lo efímero y de lo fugazmente novedoso, esta afirmación cobra más sentido. Este año se celebra el segundo centenario del nacimiento de uno de nuestros clásicos imprescindibles, Mariano José de Larra; sólo se trata de una fecha, ni más ni menos, pero que, si sirve de excusa para que podamos seguir disfrutando de autores como éste, bienvenida sea.

Para los que no lo conozcan o no lo recuerden, Larra nació en Madrid el 23 de marzo de 1809 y fue testigo de un periodo convulso de la historia española: absolutistas y liberales se disputaban el poder en medio de una serie de transformaciones sociales decisivas que darían lugar al nacimiento de la modernidad. A pesar de que perteneció durante cierto tiempo a cuerpos absolutistas y de que al final de su vida, fruto del desencanto político, adoptó posturas moderadas, tanto su biografía como su obra nos dejan entrever de forma innegable que era liberal y que admiraba como otros la cultura francesa, que conoció durante el periodo de su niñez en que residió en Burdeos y en París y a través de viajes posteriores.

Sin ser ajeno a este panorama, sino todo lo contrario, Larra desarrolló su producción literaria: un par de obras de teatro, una novela histórica, diversos poemas y, sobre todo, artículos periodísticos. Gracias a estos últimos conocemos hoy a un autor que, más allá de ser considerado el padre de este género literario en España, supo observar y valorar la realidad de forma mordaz pero elegante, satírica pero justa.

Sin olvidar sus artículos periodísticos y de crítica literaria, siento especial predilección por los de costumbres, que son, en definitiva, los que me han movido ha componer estas líneas. De ellos admiro la forma en que están escritos, cómo su autor trabaja con el español de forma singularísima, lo que hace que sepas inmediatamente, aun sin haber visto la cubierta del libro, que se trata de Larra.

Releyendo estos textos, me llama poderosamente la atención la actualidad de algunos de los temas abordados en ellos. Es cierto que los Artículos bien podrían servir como documento antropológico o social con que realizar una reconstrucción de la primera mitad del siglo XIX español, ya que con ellos nos podemos hacer una buena idea de cómo era nuestro país entonces. Efectivamente, muchos de ellos nos hablan de una época muy distinta a actual. Y así, en la era de los trenes de alta velocidad y de los vuelos low cost, me resulta especialmente pintoresca la odisea que suponía un viaje por la península en aquellos años, tal y como se describe en “La diligencia”; o, de igual modo, me recreo leyendo “Una primera representación”, que me permite imaginar a las masas de aquella época acudiendo al teatro, algo poco probable en nuestros días, en los que el fútbol y los conciertos para jóvenes son los verdaderos espectáculos.

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[...] Entre ellas, es acaso la más importante la facilitación de las comunicaciones entre los pueblos apartados: los tiranos, generalmente cortos de vista, no han considerado en las diligencias más que un medio de transportar paquetes y personas de un pueblo a otro: seguros de alcanzar con su brazo de hierro a todas partes, se han sonreído imbécilmente al ver mudar de sitio a sus esclavos: no han considerado que las ideas se agarran como el polvo a los paquetes y viajen también en diligencia. Sin diligencia, sin navíos, la liberad estaría todavía probablemente encerrada en los Estados Unidos. La navegación la trajo Europa; las diligencias han coronado la obra: la rapidez de las comunicaciones ha sido el vínculo que ha reunido a los hombres de todos los países [...]

Por fin suena el agudo rechinido del látigo, la mole inmensa se conmueve, y estremeciendo el empedrado, se emprende el viaje, semejante en la calle a una casa que se desprendiese de las demás con todos sus trastos e inquilinos a buscar otra ciudad en donde empotrarse de nuevo. "La diligencia"


Pero, por otro lado, en ciertos artículos costumbristas veo reflejados, además, determinados aspectos sociales del presente, lo que me hace recordar una vez más aquello de que no hay nada nuevo bajo el sol. Póngase como ejemplo “El casarse mal y pronto”, donde se relata la desgraciada vida de un joven que, como consecuencia de haber sido privado de una educación adecuada por parte de sus progenitores, es incapaz de llevar las riendas de su vida. El correlato con lo que ocurre hoy en ocasiones me resulta evidente: padres que no dedican el suficiente tiempo a sus hijos, exceso de permisividad, jóvenes que no consiguen madurar… O, asimismo, podríamos citar “Las casas nuevas”; ¿quién dijo que los pisos de treinta metros cuadrados y el problema de la vivienda en general eran cosas propias de nuestros días? Ya Larra describe con ingenioso humor la precariedad con que por entonces se construían minúsculas viviendas donde malvivía la gente. Y, por supuesto, no puedo olvidar “Vuelva usted mañana”; repasando este artículo, reconozco con cierta sonrisa que, por lo arduo del asunto, miedo me da tener que realizar algún trámite administrativo.

[...] Por último, después de medio año de subir y bajar, y estar a la firma o al informe, o ala aprobación, o al despacho, o debajo de la mesa y de volver siempre mañana, salió con una notita al margen que decía: “A pesar de la justicia y utilidad del plan del exponente, negado”. [...]
Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, dándome la razón que yo ya antes me tenía y llevando al extranjero noticias excelentes de nuestros batuecos; diciendo, sobre todo, que en seos meses no había podido hacer otra cosa sino volver siempre mañana, y que a la vuelta de tanto mañana, eternamente futuro, lo mejor, o más bien lo único que había podido hacer bueno, había sido marcharse.
[...]"Vuelva usted mañana"

Y, por encima de todo, de lo pasado y de lo presente, de lo que hoy resulta pintoresco y de lo que reconocemos como vigente, artículos como “El castellano viejo”, “La sociedad”, “El café”, “Los calaveras” y tantos otros, donde Larra despliega esa maravillosa capacidad para la ironía, para desenmascarar y poner sobre la mesa sin perder la sonrisa los aspectos y personajes más vergonzosos de la realidad de un país y una época.

Alumnos, compañeros y padres, no os perdáis el placer y leed los Artículos de Larra; si las razones expuestas aquí no os parecen suficientes, seguro que encontraréis otras muchas convincentes entre sus páginas.

Reportaje de El Mundo sobre Larra


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