SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2009

número 2
ISSN: 1988-9607
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POEMAS EN ESPAÑOL EN LA OBRA DE JUAN DE AGUILAR {DE SACROSANCTAE VIRGINIS MONTIS ACUTI TRANSLATIONE ET MIRACULIS PANEGYRIS}

José María de la Torre García
Profesor de Lengua Castellana y Literatura

1. LOS AUTORES

Los poetas de los que estamos tratando pertenecen al grupo antequerano-granadino que se formó en Antequera alrededor de escritores y humanistas de la talla de Pedro Espinosa, Rodrigo Carvajal, Juan de Aguilar, Cristobalina Fernández de Alarcón, etc., casi todos ellos celebrados por Lope de Vega en su Laurel de Apolo, en la “Silva Segunda” [9],
donde resuena el ambiente literario que hubo de reinar en la ciudad malagueña, a la que quizás exageradamente se le ha llamado la “Nueva Florencia” o la “Nueva Atenas” (Morata Pérez, 2008:10). Sea como fuere, pocas son las noticias que nos han allegado de los autores objeto de nuestro artículo, si bien para nuestro caso son más interesantes los textos que sus biografías. De todos modos, no nos resistimos a dar siquiera brevemente unas pinceladas sobre su personalidad y obra, pues siempre es conveniente situar en el espacio y en el tiempo a sus creadores. Para ello, vamos a servirnos de las investigaciones llevadas a cabo principalmente por Rodríguez Marín [10], al que han seguido otros especialistas, muchas veces sin mencionarlo.

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Antequera (Málaga)
Antequera

El primer poeta que aparece en los preliminares de la obra de Juan de
Aguilar es Luis Martín de la Plaza (fol. 6r). Este autor nació en Antequera, en febrero de 1577. Fue bautizado en la iglesia de San Salvador el día 5 de ese mes. Sus padres eran dueños de una tienda de ropas. Se llamaban García Martín de la Plaza e Inés Gutiérrez. Del matrimonio nacieron varios hijos más: Marcos (bautizado el 30 de abril de 1563), Pedro (bautizado el 15 de septiembre de 1566, también poeta), Juan (bautizado el 12 de febrero de 1575), Rodrigo (bautizado el 22 de enero de 1580), Francisco (bautizado el 15 de octubre de 1582) y Luisa. El padre murió en 1587, aunque testó el 1 de julio de 1586 ante Benito Sánchez Herrera. Confiesa que tiene como hijos a Pedro Martín de la Plaza, a Luis y a Luisa (menores de edad), a quienes declara sus herederos. Su viuda procuró estudios y carrera eclesiástica a sus dos hijos varones. Luis, después de realizar los estudios de humanidades en Antequera, marchó a Osuna, en cuya Universidad estudió Cánones de 1593-94 a 1596-97, obteniendo el grado de bachiller en esa disciplina en mayo de 1597. El 23 de febrero de 1598 la madre dispone escritura pública de herencia a favor de su hijo, quien “quiere ordenarse de orden sacro”. En marzo pide ordenarse “de todas órdenes sagradas”. En febrero de dicho año era capellán de la iglesia y monasterio de Santa María de Jesús, cuya capellanía fue fundada por su madre. Ese mismo año recibe el presbiterado. Desde 1605 hasta 1622, al menos, es cura de la iglesia de Santa María la Mayor. Fue amigo y admirador de Pedro Espinosa. Aplicó su pluma para escribir algunos poemas de tono humorístico, según prueban sus dos únicas poesías burlescas. Murió con toda seguridad en Antequera en el año 1625, a los 47 años de edad, pues es nombrado como difunto en el testamento de la madre, que lo otorga el 18 de junio de 1625 ante Juan de Palacios (Rodríguez Marín, 1922: 85-103; Morata Pérez, 2008:4).

El segundo escritor que conforma este elenco de poetas “laudatores” se apellida L. Valdivieso de Burgos. De él tan sólo conocemos que fue “licenciado”, como consta en la obra aguilariana (fol. 7r).

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[9Vid. Laurel de Apolo, Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, 1856, p. 107:

Mas ya por la extendida Andalucía
Ríos de menos fama nos previenen,
Que ilustres hijos tienen,
Y se opone con lírica poesía
Doña Cristobalina, tan segura
Como su hermosura,
Sibila de Antequera,
Que quien la escucha sábia y mira hermosa,
Allí piensa que fué de amor la esfera.
Doctísimo Tejada,
Narvaez de la pluma,
Como sus caballeros por la espada,
Ninguno con mas titulos presuma;
Y la frente espaciosa
Ceñida de laurel tenga Espinosa,
Cómo méritos, justa confianza.
Y en la misma ciudad Aguilar sea
Su fama y su esperanza,
Y sin haberlo visto nadie crea
Que sin manos escribe.
Escribe, ingenio, y vive;
Estorbos fueran vanos,
Pues el ingenio te sirvió de manos.

[10Vid. “Nuevos datos para las biografías de algunos escritores españoles de los siglos XVI y XVII”, en Boletín de la Real Academia Española, año IX, t. IX, febrero 1922, cuaderno XLI, pp. 85-103; y año V, t. V, octubre 1918, cuaderno XXIV, pp. 462-468.


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