SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2009

número 2
ISSN: 1988-9607
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LO QUE SABEN LOS BOSQUIMANOS

La siguiente historia y también la de "Melisa.... y sus amigos" se corresponden con un trabajo realizado para la clase de filosofía. El objetivo era explicar los procesos de hominización y humanización, es decir, la evolución del ser humano, de forma creativa.

Nieves Marín Cobos
Alumna de 1º de Bachillerato


“Y no deja de ser paradójico que tantos siglos de ciencia nos hayan llevado a saber algo que cualquier bosquimano del Kalahari, cualquier aborigen australiano o cualquiera de nuestros antepasados que pintaron los bisontes de Altamira conocía de sobra: que la Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la Tierra.”

ARSUAGA, J. L. y MARTÍNEZ, I.:La especie elegida


Cuando era más joven me vestía de rojo fuego con destellos brillantes en naranja y amarillo. Un poco estridente quizás, pero me agradaba por entonces. Luego cambié a un tono azul, que es el que hasta hoy mantengo, con oscilaciones, claro. A veces se vuelve más verde, otras más marrón.

Cuando ella nació lucía un bello color magenta moteado de esponjoso blanco. Algunos decían que ella no era tan hermosa. No sé. Supongo que su atractivo era uno de esos factores que varían según el contexto. Tal vez era poco grácil, más bien tosca en sus ademanes, algo peluda, sucia, oscura, pero bonita a su modo.

Como todos los niños, se pasaba el día gateando de aquí a allá, comiéndose toda la porquería que encontraba en el suelo, entre los muebles de madera, y emitiendo sonidos ininteligibles. Se dejaba guiar por su instinto primario, sabiendo siempre cuándo le convenía llorar para que mi hermana viniera a atenderla.

Por desgracia formábamos una gran familia, que se ampliaba y, a la vez, decrecía constantemente, lo que me obligaba a estar pendiente de que las condiciones siempre fueran las más correctas para el bienestar común. Por este motivo, mi hermana era la que solía cuidarla. Era una mujer muy práctica que disfrutaba seleccionando los vestidos más adecuados y favorecedores para la pequeña. Fue modificando, supongo que sin ser consciente muchas veces, el curso habitual de la vida que podría haberle esperado.

Mi hermana la vio alzarse por vez primera sobre sus dos patas traseras. Observó con embeleso sus primeros pasos, y cómo su postura se erguía conforme más andaba. Empezó a llevarla al parque, explanada abierta y amplia donde jugaba con otros niños que también aprendían a caminar.
Allí cogían piedras del suelo mientras descubrían cómo sus manos se transformaban volviéndose más precisas. Las pasaban entre sus dedos, que dejaron de vacilar tanto. Formaban figuras con ellas o se defendían del ataque del algún sarnoso perro callejero.

Supongo que este fue uno de los factores que más profundamente influyó en la formación de su privilegiado cerebro. Sus juegos se complicaban y sofisticaban y la utilidad que era capaz de obtener de su entorno asombraba. Junto a sus compañeros de clase fue madurando, estableciendo profundos lazos afectivos.


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