SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


abril de 2009

número 2
ISSN: 1988-9607
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CIUDAD

Mónica de la Fuente Cañete
Profesora de Inglés

¿Cómo fue que te encontré, hermosa ciudad? ¿Cómo fue? ¿Fue quizás en mi adolescencia…? Recuerdos de un tiempo atrás. Recuerdos de una ciudad que me gustaba recorrer, recuerdos que saben a vida, que me traen sabores y olores. Recuerdos de una ciudad que era vida y era LUZ.

De pronto, todo es gris. Mi vida se torna gris, mis días se vuelven opacos, me asfixian, y me voy envolviendo, queriendo y sin querer, sin saber si quiero o no, en una red que me atrapa irremediablemente. Y tú, ciudad, que antes eras LUZ y eras vida, que te ofrecías tentadora y que por fin me acoges como siempre soñé, te vuelves gris. Y tus calles de LUZ se vuelven oscuras, y tu aire me ahoga, y sin quererlo tú, te vuelves mi enemiga. Y lo que antes era LUZ, sabor, olor, vida, se vuelve oscuridad, sinsabores; se vuelve tristeza, se vuelve monotonía, y se vuelve un pasillo oscuro e interminable, un laberinto del que no sé salir.

Pero logro salir, y la salida es como una pesadilla, aunque sé que tras ella despertaré. Y espero paciente a despertar, y confío, porque sé que lo haré. Y el tiempo pasa, y despierto, pero muy poco a poco. Y duele levantarse, y sana la herida, aunque quedan profundas las cicatrices.

Tú, que un tiempo fuiste la ciudad de mis sueños, eres ahora la ciudad que no quiero ver, porque tras de ti se esconden aún escenas de esa pesadilla que por fin se ha ido. Pero vuelves; tú nunca te rindes, no quieres rendirte. Porque tú eres así, especial, y te gusta que te quieran. Vuelves, pero envuelta en un velo suave, ligero. No como a ti te gusta, sino a escondidas, sigilosa; porque no te arriesgas, porque sabes que no debes arriesgarte. Y vuelves inesperada, y llamas a mi puerta en forma de caricias, de una mano que no puede evitar unirse a la mía, de palabras que me envuelven, de miradas en medio de una tenue oscuridad, que se mantienen, que no parpadean, por miedo a deshacer la magia.

Eres lista, sabes cómo hacerte querer. Y yo caigo, otra vez, irremediablemente. Pero esta vez hay LUZ de nuevo, hay vida, más que nunca. Y sonrió. Sonrió por fin, sonrió sin poder evitarlo –como son las mejores sonrisas-. Lo has logrado: vuelvo. Vuelvo a tus calles, a tus rincones, a tus plazoletas llenas de pequeñas iglesias. Y las recorro a pie, pero no estoy sola. Alguien me acompaña, me tiende su mano ayudándome a reconciliarme contigo. Embaucadora, sabes cómo hacer para que vuelva a quererte… Y yo descubro otra vez tu LUZ. Y vuelvo a quererte. Y te quiero. Irremediablemente.


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