mayo de 2010
número 3
Santos Domínguez
Poeta
(Georges La Tour)
Que la literatura se parece a una carta
que el escritor se manda sin cesar a sí mismo.
(J. M. Caballero Bonald)
Nadie más bajo el rayode luz nítida y densa. Nadie vela contiguoen la celda callada de la noche inminente.¿Qué está leyendo ahora, ensimismado, el monje?Fuera hace frío. Quizásea ya de noche y llueva.Fuera hace frío. Los bárbaroshan llegado a las puertas remotas del imperio.No son buenas noticias las que tiene la carta.Lo delata su ceja. Como ella, se levantanpalabras en las rocas.Los cartularios hablan de aullidos minerales,de lenguas de granito en las fronteras,de turbias tempestades de granizo,solsticios punitivos y avalanchas de espanto.Ya no espera indulgencia en la historia,pero olvida que fuera, donde no habita el justo,cada vez es más frío el viento de los hombres;que en las empalizadasaguarda agazapado un tropel de serpientes,listas para la presa y el tiempo de la sangre.Y aunque ha dejado abiertas las puertas del convento,la prórroga interina que otorga la lecturadibuja una campana de luz que le mantieneinmune a la barbarie,lejos del extravío despiadado del siglo.Aunque es mansa la mano que sostiene la carta,tiene el monje la fuerza cardinal de un incendioen su cara angulosa y en su roja dalmática.Esa carta es el mundo y ahora el lector lo abarca.Sus ojos fatigados son ya la metonimiade la noche en reposo, de la noche en asedio.
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