febrero de 2012
número 4
Basilio Sánchez
Poeta
Aunque se corre el riesgo,después de haber vivido en la escritura,de perecer en ella, soy un hombre que escribe,alguien a quien confortael trato día a día con las palabras.Embebido a menudo en el murmullode mis divagaciones interiores,sentado ante mi mesa como si custodiaseun objeto valioso,algo recuperado por azar,sigo la combustión de las palabras con la voz vacilantede mis incertidumbres,la columna de humo que se elevabuscando una salidapor los respiraderos de mi cuarto.Y, sin embargo,dentro de la escritura está la heridade la página en blanco, la llaga mendicantede lo que pertenecetodavía a lo real. Por eso, algunas noches,bajo el inmenso andamio de las deflagraciones,la vida del poema,como las caracolas en la mano,se refugia en sí misma.Primero es una puerta, luego otra,un tumulto de puertas sucesivasninguna de las cuales puede abrirse,excepto la del centro.Como si contemplarael paso de las cosas con la luz desvaídade un pensamiento a medias,corrijo las palabras sin estar aún en ellas,sin haber encontrado, pese a todo,la manera de entrar.Las tablas destruidas, las tachaduras del poema.La hoja abandonada en una esquinacon la palabra nadacomo una flor de río en el ojal de la noche.En esas ocasiones,sin querer renunciar a todo aquelloque me pedí a mí mismo en unas líneasque no supe escribir,voy cerrando los libros, bajando las persianas,apagando las luces. Es posibleque sea la obstinación lo que permiteque, a veces, un poemase parezca a la vida.Las estaciones lentas , 2008.
Las imágenes provienen del catálogo de la exposición Fernando Zóbel, Fundación Juan March, 1984.
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net |