SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


febrero de 2012

número 4
ISSN: 1988-9607
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LOS LIBROS EN EL TIEMPO: EL LIBRO DIGITAL

Elena Lucena López
Alumna de 4º de ESO

Con nuestra evolución y, por tanto, el paso del tiempo, existen cada vez más acontecimientos que recoger y transmitir a las próximas generaciones. Cosas interesantes, que forman parte de la cultura e historia y que merecen ser recordadas por nuestros hijos, los hijos de nuestros hijos y los hijos de nuestros amigos. Ésta es una clara función didáctica de la lectura pero, sin embargo, no es la única. Los libro se utilizan para transmitir información y resguardarla del olvido; pero hoy en día, y también hace ya unos siglos atrás, constituyen un medio de entretenimiento para el lector, algo que además de enseñar puede resultar un pasatiempo y que consigue reunir la belleza que se encuentra entre los pensamientos del autor para expresarla en palabras.

Al igual que su interior, los libros cambian su aspecto, su forma e incluso su canal de difusión. Antiguamente los libros eran grandes, escritos a mano y los pocos que existían se encontraban en manos del clero, quien guardaba toda la cultura. Más adelante, con la invención de la imprenta y la creación de bibliotecas, academias y universidades, el número de libros aumentó increíblemente y, por supuesto, su aspecto pasó a ser más uniforme y surgió uno de los auges de la lectura. Hoy en día, los libros incluso se adaptan a las necesidades del lector. Existen editoriales que se encargan de adaptar algunos libros a un tamaño más reducido y a un precio más económico para que el lector pueda llevarlo a todas partes y el precio no le suponga un impedimento. También hay quien prefiere libros cuidadosamente encuadernados, con hojas más grandes y legibles e incluso con algunas ilustraciones. Yo, personalmente, prefiero éste último aunque en algunas ocasiones (que no pocas) he recurrido a libros como los de la editorial “DeBolsillo”.

Los libros están evolucionando tanto que ya ni siquiera es necesaria su impresión. Están los llamados “libros digitales” que permiten al lector llevar consigo cientos de libros en un mismo aparato. Aunque su precio es elevado (ronda los 300€) muchos de sus usuarios aseguran que acaban resultando más económicos que los libros tradicionales ya que la compra de éstos en Internet mediante descargas es mucho más barata que adquirir el libro en una tienda (el mismo libro puede costar en Internet una media de 3€ mientras que en las tiendas al lector le cuesta unos 15€). Aunque aseguran que su lectura es igual de cómoda y entretenida que la de un libro tradicional, yo prefiero comprar los libros impresos aunque esto me suponga un mayor gasto. Me gusta el hecho de comprarlo y saber que es mío, que está en mis manos y que cuando termine de leerlo seguirá siéndolo y formará parte de otros muchos que también lo son. Me gusta observar el grosor del libro y ver cómo el marcapáginas avanza entre las hojas mostrándome mi avance y la satisfacción de saber mi progreso, al igual que me gusta contemplarlo cuado está acabado y percatarme de cómo algunas páginas se doblaron o se dañaron debido a algún descuido. El simple hecho de soportar su peso mientras es leído para mí es una muestra de que es un libro real. Los libros digitales me parecen monótonos y más aburridos y, por supuesto, menos satisfactorios de leer que un libro impreso, ¿cuánto tardará el lector en eliminar esos libros de la lista de su aparato para introducir otros nuevos?, ¿cuánto le durará la batería a ese libro digital?, ¿será suficiente para permitirle al lector leer durante horas sin descanso?

Por tanto, no es aconsejable dejar que algo tan tradicional y que ha perdurado durante tanto tiempo, como un libro impreso, pase al olvido y sea sustituido. Tanto el libro digital como el tradicional pueden complementarse y perfeccionar la lectura, ninguna tiene por qué ser sustituido. De hecho, ¿qué sería de las bibliotecas, escuelas y librerías sin libros con cientos de páginas y diversos encuadernados sobre las estanterías?


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