febrero de 2012
número 4
Antonio Varo Pineda
Profesor de Lengua Castellana y Literatura
El cuarto poema de esta personalísima selección es sencillamente sublime. San Juan de la Cruz, con independencia de la actitud religiosa de cada cual, es un poeta de los más altos, de los más «poetas» −si se permite la expresión− que ha dado la literatura universal: no ha tenido parangón, a mi parecer, su aprovechamiento del lenguaje, hasta el agotamiento en algún caso, en aras de una dicción que se aproxime lo más posible a una experiencia personal, la mística, que por definición es inefable, esto es, imposible de traducir a palabras. Entre sus poemas, quizá el más «alto», el más elevado, el más sublime, es sin duda la «Noche oscura del alma», que puedes leer a continuación:
En una noche oscuracon ansias en amores inflamada¡oh dichosa ventura!salí sin ser notadaestando ya mi casa sosegada.A oscuras y segurapor la secreta escala, disfrazada,¡oh dichosa ventura!a oscuras y en celadaestando ya mi casa sosegada.En la noche dichosaen secreto que nadie me veía,ni yo miraba cosasin otra luz y guíasino la que en el corazón ardía.Aquésta me guiabamás cierto que la luz de mediodíaadonde me esperabaquien yo bien me sabíaen parte donde nadie parecía.¡Oh noche, que guiaste!¡O noche amable más que la alborada!¡oh noche que juntasteamado con amada,amada en el amado transformada!En mi pecho florido,que entero para él solo se guardabaallí quedó dormidoy yo le regalabay el ventalle de cedros aire daba.El aire de la almenacuando yo sus cabellos esparcíacon su mano serenaen mi cuello heríay todos mis sentidos suspendía.Quedéme y olvidémeel rostro recliné sobre el amado;cesó todo, y dejémedejando mi cuidadoentre las azucenas olvidado.
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net |