SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


junio de 2015

número 5
ISSN: 1988-9607
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La contaminación del agua

Carmen María Alonso Muñoz-Torrero, alumna de 1º Bachillerato

Un problema medioambiental sobre el cual me gustaría dar mi opinión es el caso del agua; sin embargo, a diferencia de la creciente y común tendencia de centrar nuestra atención en cómo lograr su ahorro, a mí personalmente me parece mucho más relevante el hecho de discutir sobre su contaminación.

En efecto, cuando la palabra contaminación llega a nuestros oídos, la mente se dirige casi automáticamente hacia la atmósfera, la destrucción de la capa de ozono y similares. Pero apostaría lo que sea a que son pocos aquellos que alguna vez han dedicado algo de su valioso tiempo a la reflexión acerca de que el agua que ingerimos a diario está cada vez más y más contaminada.

Esta perfectamente constatado que el ser humano es prácticamente casi en su totalidad agua, por lo tanto puede parecer una incongruencia el hecho de ser nosotros los responsables de su inminente contaminación, y en consecuencia, nuestro propio inconveniente.

Y es que, a día de hoy, son bastantes más de las que podríamos imaginar, las fábricas que no dudan en arrojar sus residuos al agua porque “se van de forma más sencilla”. Además, ¿cuántos de nosotros no hemos soltado o expulsado alguna vez algún elemento al mar que ciertamente no deberíamos? Porque, seamos sinceros, somos muchos los que aún en la actual sociedad, que se supone concienciada con el cuidado de nuestro planeta, vemos al mar o a los ríos como grandes papeleras corrientes, las cuales nos ahorran un paseo a la de verdad.

Un dato relevante que podría abrirnos los ojos es el hecho de que, solamente en China, asciende a veinte millones el número de personas que a diario toman agua contaminada por arsénico. Las sales inorgánicas de arsénico son inodoras e insípidas, pero altamente tóxicas para los humanos. El número de afectados ha ido haciéndose cada vez más mayor en los últimos años, y a pesar de las medidas en mente del gobierno, no hay demasiada esperanza de cambio para esta cifra en un futuro próximo.

Equitativamente, el diario El País constató hace unos meses que «el agua contaminada causa más muertos que cualquier guerra». En los países desarrollados, hay depuradoras que tratan la mayoría del agua de desecho antes de verterla en ríos, lagos o mares; por el contrario, en los países en vías de desarrollo, se calcula que el noventa por ciento de estas aguas se vierten directamente sin depurar. Y la más clara consecuencia de esta acción es el número de víctimas mortales. La ONU estima que, en la actualidad, cerca de dos millones de niños menores de cinco años fallecen anualmente por esta causa, lo que equivale a un pequeño cada veinte segundos.

Es por todo lo que acabo de mencionar que, a todos los niveles, estamos siendo culpables de la bajada de la calidad del agua en el planeta Tierra e incluso de su progresiva desaparición. Por ello, antes de llegar al futuro extremo en el cual el agua sea algo tan preciado como el propio oro, o tengamos incluso que iniciar guerras por su posesión, ¿no creéis que va siendo hora de tomar en consideración este elemento del que, por suerte, aún podemos disfrutar?


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