SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2019

Número 7
ISSN: 1988-9607
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UN ENTRENADOR DE CORREDORES EN EL CIRCO ROMANO

Por Rafael Pérez Pérez, 4 ESO A

“Ante diem VII Kalendas Iulias,
año DCCCLXXIII después de la fundación de Roma( anno DCCCLXXIII ab urbe condita).”

Con los primeros rayos del sol amaneciendo, me he despertado hoy. Ayer dormí mal, pero no puedo quejarme; peor les va a los de la buhardilla. Ahí, en el último piso, bajo techado, en verano te asas, en invierno, en cambio, hace un frío que pela y entra agua, pero, por lo menos, las vistas son espectaculares desde allí. ¡Se puede ver toda Emerita Augusta! Eso sin duda es un lujo que dudo yo que los patricios puedan tener. Pero esa es la única ventaja; por lo demás, todo son peros y contras. En el último piso no hay baño ni letrina, y a los aquarii no se les ve el pelo por ahí. Huele mal y está todo sucio y, encima, el alquiler está por las nubes. Suerte que yo vivo en uno de los cenaculum de la planta baja, que están menos sucios y hay agua (traída por los esclavos, pero hay agua).

De modo que, a resignarse es lo que toca. Creo que la mejor parte de toda la insula, es la vivienda del propietario. Su vivienda se encuentra en la primera planta, en un piso que bajo muchos aspectos recuerda en pequeño a las domus donde viven los patricios, ¡Obviamente sin jardín ni impluvium! Pero a nuestro dueño (infame a más no poder) le tocó la peor de las suertes (bien merecido se lo tiene). Resulta que cuando alquiló los bajos del edificio a los comerciantes para que instalaran sus tabernae, tuvo tanta mala pata que debajo de su piso se instalaron el calderarius y el faber aerarius, de forma que siempre se acaba despertando a las tantas de la madrugada cada vez que ambos se dedican a darle al martillito. Puesto que la sinceridad es lo primero, ya que los dioses siempre premian a quienes realizan buenos actos, confesaré lo siguiente: estoy muy feliz de que le haya tocado tener que despertarse de esa forma. Es un sinvergüenza que a cada tanto nos sube el alquiler injustamente, sin que podamos hacer nada y si no pagas te largas y ya está. Gracias a los dioses por mi trabajo como entrenador de aurigas en el circo, puedo permitirme pagar todas mis deudas. Aun así, rezo todas las noches a Némesis para que le vaya peor. Y estoy seguro de que no soy el único que lo hace de todo el edificio, creo que hasta su mujer también está incluida.

Esta misma mañana, cuando estaba yendo de camino a la taberna de mi amigo Plinius para tomar un desayuno de gladiadores, me encontré al propietario, caminando encorvado y murmurando algo como… “Malditos imbéciles. Entre el aerarius por un lado y el calderarius por el otro, por la mañana me despierto como un plebeyo. ¡Un plebeyo!”. Decidí ignorarlo y aceleré un poco hasta la taberna de Plinius para desayunar. Pasé por varias tabernae antes de llegar a la taberna de mi amigo, de las que me acuerdo eran la de un lupinarius, un vestiarius, un coronarius (estas me producen siempre escalofríos cada vez que paso al lado) y un fructarius. También había una tonstrina, a la que no fui, pese a llevar tres o cuatro días sin afeitarme, solo por ahorrar sestercios. Antes de cruzar la calle y llegar por fin a la taberna, vi cómo delante, en la otra calle, pasaban unos esclavos llevando en una bolsa lo que serían seguramente la ropa sucia de sus dueños a lavar a alguna fullonica, donde otros esclavos pisarán las prendas en pilones de agua y orín (el pis es genial como blanqueador, pero vaya asco). Sentí mucha pena por ellos, ya que siempre son los primeros en levantarse por las mañanas. Qué se le va a hacer.


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