SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2007

número 0
ISSN: 1988-9607
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ANNI y JOSEF ALBERS

Viajes por Latinoamérica

Lugar: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Fecha: 14-11-2006 al 12-02-2007
Horarios: Lunes a sábado de 10,00 a 21,00 h.
Domingo de 10,00 a 14,30 h.
Martes cerrado

Entre 1936 y 1946 la pintura de Josef Albers pasó por una serie de transformaciones. Rupturas y cambios de dirección coincidieron con estancias prolongadas en México, donde podía dedicar largo tiempo a pintar sin interrupción. En 1940 Albers se encaminaba ya al color puro en pinturas como Creciente y A Mitla, que recuerda los muros pintados de rojo intenso que rodean el Palacio de las Columnas de Mitla (Oaxaca). Esas obras, y el A Oaxaca de 1943, prefiguran la serie de Variantes, también conocidas como Adobes, que comenzaría a finales de 1946. En 1947 escribía a un amigo:

Desde enero [he pintado] un solo tema en unos setenta estudios. Lo que más me interesa ahora es ver cómo se modifican los colores unos a otros según las proporciones y cantidades ... Me siento especialmente orgulloso cuando los colores pierden su identidad y se tornan irreconocibles. Los verdes se convierten en azules, los grises neutros en rojos violáceos, etcétera. Los colores oscuros se aclaran y viceversa. Y lo asombroso de todo esto es que empleo los colores exactamente como salen del tubo. Sólo mezclo el salmón y el morado que no existen en tubo. ... Es una manera de trabajar muy restringida y desde luego muy unilateral. Pero tremendamente emocionante. Los colores opacos parecen transparentes sólo como resultado de la manera de combinarlos. Los [colores] ligeros pesados y al contrario, los brillantes mates. Josef Albers, septiembre de 1947

Con su cámara de 35 milímetros, Josef Albers hizo millares de fotografías en los sitios prehispánicos de México y el Perú. Con copias por contacto o ampliaciones componía después montajes fotográficos que eran más que simples recuerdos de viaje; eran un instrumento que le permitía analizar y reconstruir los lugares arqueológicos, y le servían como el equivalente de cuadernos de apuntes o modelos de estructuras tridimensionales, volúmenes y esquemas. Representan un paso crucial en su proceso de destilación de las formas arquitectónicas mexicanas en escuetos motivos geométricos.


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