abril de 2008
número 1
Cristina Villalba y Luna Zea
Alumnas de 3º D
Don G. R. A. (Guardia de Seguridad de Córdoba) nos abre las puertas de su casa para acercarnos un poco más a este empleo, que apenas conocemos a pesar de la importancia que tiene la seguridad en la sociedad actual.
-Cuéntenos: ¿ya desde pequeño deseaba dedicarse a esta profesión?
-En realidad, jamás hubiera imaginado que acabaría desempeñando este oficio. No es que no me gustase este trabajo, simplemente no pensaba en él como mi futura profesión.
-¿Piensa que es arriesgada? ¿Por qué?
-Sí, ya que debemos impedir que no se cometan delitos de ningún tipo, ni terroristas, ni robos, etc., y no es inusual que los delincuentes porten algún arma.
-¿Considera que su trabajo es indispensable?
-Sí, pues damos seguridad y protección a personas e inmuebles.
-¿Le gusta el oficio que realiza? Si no es así, ¿cuál le hubiera gustado ejercer?
-Me gusta mi trabajo, aunque para ser sincero, lo que más me hubiese gustado sería ejercer como policía científica.
-¿Cree que está bien pagado este empleo en relación a los riesgos que corre o a los que se expone?
-(Reflexiona durante unos momentos). Creo que no, porque nos exponemos a demasiados riesgos y, en mi opinión, carecemos de protección suficiente.
-¿Durante los años de aprendizaje ha realizado cursos de perfeccionamiento de su trabajo?
-Sí, claro, todos los años realizamos cursos de reciclaje, entre otros.
-¿Cree que son buenas las condiciones en que trabajo?
-Sí, pero creo que podrán mejorarse algunas cosas: más guardias para repartir los turnos, mayor protección a los trabajadores, etc.
-Y por último: ¿Podría contarnos alguna anécdota que le haya sucedido durante el desempeño de su trabajo?
-La verdad es que me ocurrió algo curioso: una noche nos avisaron a unos compañeros y a mí de que un coche había caído a la vía del tren desde una altura de algo más de ocho metros, por donde segundos después pasaría el tren talgo.Una vez llegamos a la vía, descubrimos que el coche había "perdido" la parte delantera (a ras del salpicadero) y la parte de atrás (por los asientos traseros); sin embargo, el habitáculo estaba intacto. Cuando accedimos al coche comprobamos que, afortunadamente, el ocupante resultó ileso, a pesar de los golpes que le causó el tren al coche. Ese día empecé a creer en los milagros.
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