abril de 2008
número 1
Ana Castro, Nieves Marín y Lisset Boza
Alumnas de 2º Bachillerato
[( Joaquín Pérez Azaústre encontró un hueco en su apretada agenda en medio de la promoción de su nueva obra “La suite de Manolete”para gastar un puñado de horas charlando acerca de literatura, grandes ideales y la juventud actual. Con un aire desenfadado, siempre cercano, y una copa en la mano, hizo estallar en pedazos los clichés que negativamente se les atribuyen a los escritores, mostrándose como el más común de los hombres, con una sonrisa sincera y unas ganas terribles de ser feliz. )]
P: Una pregunta frecuente que se le suele hacer a un escritor es acerca del porqué de la escritura. En ese aspecto, has llegado a decir “Escribir es de por sí incómodo, pero es una pulsión, una necesidad vital y una forma de concebir el mundo”. Más allá de eso, ¿de dónde surge la necesidad de escribir? ¿Se escribe porque no hay más remedio?
R: La necesidad surge de lo más profundo de uno mismo, de ese territorio inhóspito e insondable que está en lo más oculto de nosotros y al que a veces es difícil llegar. De alguna manera, esa dificultad se vence por un impulso vital. Yo creo que todos podemos escribir, todos tenemos historias que contar, todos tenemos dentro un poema, una novela o varias. Pero la diferencia entre el escritor y el resto de la gente es que el escritor, si no saca eso a la superficie, no puede seguir viviendo. Puede que sea una visión un poco romántica, pero es cierta. Uno, cuando se pone a escribir con quince años, no lo hace pensando en un premio o en publicar, sino por disfrutar y porque no puede hacer otra cosa. Yo no estoy seguro de si uno puede construir su destino o si se es presa de él, pero, de alguna manera, los escritores somos presas de nuestro destino. Se puede intentar eludir, esquivar, pero al final si uno tiene que escribir, escribe. Y, además, no hay que darle mayor importancia. Lo que ocurre es que es difícil encontrar el lugar de uno mismo en el mundo.
P: ¿Y tú crees que lo has encontrado, que has encontrado tu lugar en el mundo?
R: Bueno, si no lo he encontrado, estoy cerca. A lo mejor no lo he encontrado del todo porque, a medida que vas creciendo, las dificultades se multiplican. Con veinte años publicar una novela es un sueño, pero, con treinta, uno se plantea ya otras cosas: la paternidad, una vida viajera o sedentaria… Hay muchas maneras de vivir; no sólo consiste en escribir. Y yo no sé si he encontrado mi lugar en el mundo pero, desde luego, estoy más cerca que cuando tenía veinte años.
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