abril de 2009
número 2
José Antonio Montiel
Profesor de Física y Química
Los días 20 y 21 de febrero, viernes y sábado respectivamente, tuvimos la ocasión de realizar una interesante marcha, con la salida habitual desde nuestro centro, hasta la barriada de Cerro Muriano. Todo el camino nos acompañó el buen tiempo, lo que, sin duda, contribuyó a que los senderistas disfrutáramos más de la "aventura".
En la primera jornada, que se desarrolló por el antiguo camino próximo a la carretera, se cubrieron algo más de 20 km, salvando un desnivel de unos 500 m. Todos los participantes pudimos conocer los restos de la vía romana y observar sobre el terreno los estratos geológicos que el tiempo ha ido acumulando en esta sierra, ilustrados con las precisas explicaciones de D. José Valdivia. Al filo de las cuatro de la tarde alcanzamos el alto de la ermita de Nuestra Sra. de los Pinares, el punto más alto de la zona junto con el vértice geodésico de Torreárboles, desde el que puede apreciarse, no sólo Córdoba, sino una gran parte de Sierra Morena.
Tras una noche de "relativo" descanso en las estupendas instalaciones de las colonias de la Diputación se emprendió el camino de regreso por otra ruta, que atravesaba la finca de la Armenta por la vía pecuaria, lo cual nos brindó la oportunidad de apreciar nuevos aspectos de la naturaleza en un día casi primaveral, no exento de emociones, como el cruce de un arroyuelo donde los fotógrafos se quedaron decepcionados al no poder captar ningún chapuzón gracias a la habilidad de los chicos y a la pericia de los voluntarios, colocando estratégicamente las piedras en el lugar idóneo y ayudando eficazmente en el lance.
La ruta de vuelta rozó la cifra de los 30 km, pues la extensión de la finca nos llevó bastante cerca de Rabanales, de modo que alcanzamos nuestro destino a eso de las diez de la noche, algo cansados, aunque satisfechos. Como dice nuestro Jefe de Estudios, D. Antonio Bravo, el impulsor y organizador de estos eventos, con la experta ayuda de D. José Aumente en el reconocimiento y preparación de los itinerarios, en los momentos difíciles hemos de apelar al "espíritu del séneca", al afán de superación y esfuerzo personal y colectivo en pos de una tarea... Por eso, las dificultades del camino pronto quedan olvidadas una vez concluida la misma.
Por último, debemos hacer mención especial a la inestimable labor realizada por Juan, el marido de Meli, siempre abriendo la columna de marcha y marcando el ritmo a lo largo del camino, dando ánimos a todos y velando por el buen desarrollo de las dos jornadas.
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