mayo de 2010
número 3
Javier Castillo Benedit
Alumno de 1º ESO A
Había una vez una niña llamada Maite. Ella tenía doce años. También tenía amigas y era muy popular. Hasta que vino alguien que le dio la vuelta a su vida.
— Hola, me llamo Verónica; soy nueva en el colegio.
— ¡Hola!- dijeron todos al unísono.
— Esta será vuestra nueva amiga. Tratadla bien y ayudadla a que se integre- dijo la profesora doña Eva.
Acabado el colegio, Maite salió rápido para saludar a Verónica.
— ¡Hola Verónica!- dijo Maite.
— ¡Ah, hola!- respondió ella.
Maite notó que Verónica no era igual que ella; tenía la piel tan blanca como la nieve, y era muy menuda. Y había algo en su voz, tal vez su acento, que resultaba un tanto extraño. Entonces Maite le preguntó de qué país provenía.
— Provengo de Rusia- dijo Verónica.
Pasados unos días, Maite notó que su popularidad se estaba esfumando tan rápido como el soplar del viento, y que ahora la popular era Verónica. Y a Maite eso no le gustaba nada.
Ya en casa, Maite planeó una estrategia. En el colegio, Maite oyó:
— Hola Vero! ¡Cómo “tas” guapa!- le dijo una niña a Verónica.“Ahora verás de qué carne estoy hecha, Vero”- pensó Maite.
En el recreo, Maite entró a la clase sin ser vista. Luego cogió la consola de su amigo Manuel y la metió en la mochila de Verónica.
Cuando se terminó el recreo, hubo un gran escándalo.
— ¿Dónde está mi consola?- dijo Manuel.
Cuando la profesora llegó, sentó a todos en sus sitios correspondientes, y dijo:
— ¡Quiero ahora mismo al o la causante de este caos!
Pero nadie contestó.
Pasado un rato, Maite dijo: - ¡Doña Eva, yo vi a Verónica robarle la consola a Manuel!
— ¿Eso es verdad?- le dijo la profesora a Verónica.
— No, no es verdad- respondió ella.
— Si queréis, registradme en mi mochila.
Y así se hizo. Manuel hurgó en la mochila de Verónica… ¡Sin resultado!
— “¡Qué extraño, juraría que yo la metía ahí!”- pensó Maite.
— Pues mucho que dice Maite, pero al final ella puede ser la causante de todo- dijo Manuel.
— Yo no he hecho nada- dijo Maite.
Entonces Manuel registró a la mochila de Maite y vio lo que menos se esperaba. La consola. Luego, la profesora expulsó a Maite del colegio.
Caminando hacia su casa, Maite no se podía creer lo que había pasado. ¡Se había equivocado de mochila!
Entonces una figura le tocó la espalda. Era Verónica.
— ¡Maite! ¡Acabo de convencer a mi padre, el nuevo director del colegio para que te vuelva a admitir!- dijo ella.
Entonces Maite se paró en seco. Era demasiado inverosímil, pero se lo creyó.
— Gracias Verónica, creía que no me ayudarías después de todo lo que te he hecho.- dijo Maite avergonzada.
— Toda persona se merece una oportunidad- dijo ella.
Y así, pasadas unas semanas, se las pudo ver en el recreo reírse juntas de nuevo.
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net |