mayo de 2010
número 3
Valle Llergo Álvarez
Alumna de 1º ESO A
Hace un tiempo en una localidad de Sevilla vivía en una gran mansión un chico egoísta, mentiroso y con un extraño sentido del humor. Esta persona se llamaba Néstor. Vivía con su madre y sus dos hermanas.
Cuando se levantaba, lo primero que hacía era fastidiarlas todo el rato que estaban juntos. Cuando ellas se enfadaban se lo decían a sus padres, pero cuando éstos iban a reñirle a Néstor le cambiaba la actitud y parecía que no había partido un plato en su vida.
Mucho pero era en el colegio; se metía con sus compañeros más débiles pero especialmente con uno llamado Melmer; pero él le llamaba “Melón” para sacarle de sus casillas y quitarle el bocata…
Un día Néstor siguió a Melmer hasta su casa porque ese día le apeteció meterse con él, pero cuando llegó, vio una casa en muy malas condiciones. Néstor un ruido y se escondió… era Melmer. “A ver donde me lleva este tonto”- pensó Néstor.
Cuando vio bien donde se encontraban se quedó estupefacto, no creía lo que tenía ante sus ojos.
El pobre chico trabajaba en una casa de limpiador. Néstor pasó allí un buen rato hasta que se terminó la jornada de Melmer. Luego Melmer volvió a su casa. Cuando llegaron allí, Néstor vio a un hombre que por la edad podría ser el padre de Melmer. “¿Por qué su padre no está trabajando como todos?”- se preguntó Néstor.
Distraído por la escena, Néstor no se dio cuenta de que Melmer estaba allí mirándole:
— ¿Qué haces aquí? ¿Es que te he hecho algo ofensivo?- Preguntó Melmer.
— No, no he venido para decirte ni para hacerte nada malo.
— ¿Ah, no…? ¿Y entonces…?
— Quisiera saber por qué tu padre no está trabajando.
Melmer comprendió la pregunta y se lo explicó de manera que él pudiera entenderlo:
— La fábrica en la que estaba trabajando ha cerrado, y ha mi padre lo han despedido- dijo Melmer corriéndosele un lágrima por su mejilla.
¿Por qué cerró la fábrica?- preguntó Néstor.
— Por la crisis; a tu padre no le afecta porque es el jefe de su fábrica pero al mío si, sólo es un empleado. Ya ves donde vivimos y gracias a que tenemos un techo donde resguardarnos de este frío tan espantoso.
Entonces Néstor muy confiado se levantó y dijo:
— ¡No te preocupes! Convenceré a mi padre para que le de un puesto de trabajo al tuyo en súa fábrica.
Melmer no podía creer lo que estaba escuchando en este instante. ¡El niño más malo del colegio le iba a ayudar!
— Dile a tu padre que se pase mañana por la oficina del mío- dijo Néstor, y se fue.
Néstor le pidió a su padre que contratara al padre de Melmer.
— ¿Y qué me vas a dar tú a a mí a cambio?- dijo su padre.
Néstor le prometió portarse bien y respetar a todas las personas.
Al día siguiente en el despacho del padre Néstor, los dos padres estaban dándose la mano como signo de acuerdo.
El padre de Melmer corrió al colegio para darle la noticia a su hijo, y éste fue directamente a ver a Néstor.
— ¡Gracias Néstor! Gracias a ti y a tu padre podremos vivir mejor.
— De nada, y… No el cuentes esto a nadie… ¡Tengo una reputación que guardar!- le respondió Néstor.
Y ese día ambos compartieron sus bocatas.
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