mayo de 2010
número 3
David Ángel Hidalgo García
Alumno 4º E.S.O. A
Podría hablar de las veintidós largas y aburridas horas de nuestro viaje de regreso, pero en vez de eso, prefiero contar las veintidós largas e inesperadas horas del regreso a casa.
Todo comenzó cuando apenas habíamos avanzado unos treinta kilómetros, de repente, uno de los autobuses empezó a expulsar humo, al cabo de unos minutos unas trescientas cincuenta personas, estábamos paradas en una gasolinera; unos se desesperaban, otros reían... En ese momento, solo podía pensar en una cosa “al mal tiempo buena cara” y así fue como poco a poco, muchos empezamos a divertirnos y ayudarnos entre nosotros, hasta que dos horas después de estar en ese lugar (en el que ya nos trataban como a su familia), nuestros conductores, encontraron a un mecánico que nos hizo un apaño, con el que pudimos proseguir.
Pero la cosa no había acabado allí, cinco minutos después de salir y en plena autopista, una tremenda humareda, nos indicó que el autocar se había vuelto a estropear, teníamos por delante un largo y pesado viaje en el que solo teníamos dos opciones, intentar pasarlo lo mejor posible, o desesperarnos. La opción aunque difícil de llevar a cabo, era evidente. Tras varias paradas por distintos motivos, la naturaleza nos sorprendió con algo de nieve cuando llegábamos a Madrid, por lo que pudimos disfrutar de un paisaje espléndido que logró calmarnos un poco.
Solo me queda hablar las paradas en bares de carretera, e incluso en una hamburguesería (aunque supongo) que quienes mas contentos estaban de eso, eran los dueños de esos lugares).
Finalmente y tras dejar a nuestros sanitarios en casa, llegamos a Córdoba en una entrada triunfal, llena de cálidos abrazos, lágrimas de nostalgia y la ansiada alegría de poder descansar.
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net |