SÉNECA DIGITAL

Revista digital del IES Séneca


mayo de 2010

número 3
ISSN: 1988-9607
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FILÍPIDES Y (EL) MARATÓN: 2500 AÑOS

José Manuel Hidalgo Berni
Profesor de Griego

Año 490 a. C. Los persas de Darío I, rey aqueménida por una rama secundaria, ponen rumbo al Ática con intención de conquista. La flota persa atraca en la costa de Maratón, a 42 km. de Atenas. En la llanura de Maratón tiene lugar una contienda que frenará el empuje del gran Imperio Persa hacia Occidente. Antes de ello, Darío ya había tenido sus más y sus menos con los atenienses.

Resulta que allá por el año 499 a. C. Jonia, zona costera occidental de la actual Turquía que englobaba distintas ciudades griegas como Focea, Mileto, Eritrea, Éfeso, etc. inició una revuelta contra Persia, que extendía su Imperio hacia Occidente de un modo tiránico. La revuelta supuso pedir ayuda a los atenienses quienes se dejaron persuadir fácilmente y enviaron rumbo a Jonia veinte naves al mando de Melancio. Escasa fue la ayuda que envió Atenas, pues las guerras intestinas y demás tensiones vecinas no le permitieron un apoyo mayor; además, Atenas por aquel entonces no tenía aún el gran poder naval posterior. A pesar de ello, el auxilio fue suficiente para que Darío fijase sus ojos en Atenas.

Las veinte naves atenienses junto con cinco trirremes de los eretrios (habitantes de Eretria, en Eubea) que se habían unido y los insurrectos jonios, sobre todo milesios impulsados por Aristágoras, ponen rumbo a Sardes, capital de Lídia, satrapía persa. La ciudad fue saqueada, incendiada y arrasada, a excepción de la acrópolis que era difícilmente expugnable. Tras ello, los atenienses iniciaron su camino de vuelta a casa. Darío, por su parte, tras informarse sobre quién había prestado ayuda a los milesios, juró venganza eterna, pero no para los jonios, pues sabía que tarde o temprano caerían, sino para esos atenienses. Cuentan que dio orden de que cada vez que se le sirviera la comida le recordaran tres veces: “Señor, acuérdate de los atenienses”. Pues bien, la hora de la venganza llegó nueve años después del saqueo de Sardes. Este primer enfrentamiento entre persas y griegos ha pasado a la historia como la Primera Guerra Médica.

El nerviosismo entre los griegos era cada vez mayor. La gran potencia persa se acercaba. Darío envió emisarios para sondear el terreno y conocer las intenciones de los griegos: o el sometimiento a los persas o el enfrentamiento.
Muchas ciudades e islas griegas ya habían pasado a formar parte de los medos (como los griegos llamaban a los persas), incluso Eretria ya había sido conquistada. Los eretrios pidieron ayuda a los atenienses para hacer frente a los persas pero, teniendo conocimiento de la traición que se urdía contra ellos, negaron la ayuda. Seis o siete días les bastaron a los persas para conquistar Eretria.


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