junio de 2015
número 5Texto escrito en clase como una pregunta más en la prueba de lectura de Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez.
Elena Pérez Ostos
Alumna de 4º de ESO E
Era un día nublado y oscuro. El agua, que antes estaba tranquila, se iba turbando poco a poco a medida que aumentaba la fuerza del viento. No me gusta el mar. Nunca me ha gustado y menos con tormenta y estaba claro que iba a haber una dentro de poco…
Alicia, que estaba a mi lado, dio un respingo a causa del viento frío. Dijo que nos volviésemos adentro y la seguí. Los demás turistas del crucero seguían haciendo las actividades programadas por el personal, pero yo estaba cansada y decidí irme a dormir.
Me desperté de golpe. Juraría que el barco había hecho un movimiento muy brusco…Otra vez salí de mi camarote corriendo y casi choco con Alicia al girar la última esquina de los pasillos. Estaba pálida y respiraba de forma entrecortada. Intenté tranquilizarla para que me dijese lo que estaba pasando. Abrió la boca para decir algo, pero cuando las palabras iban a salir de su boca, otra sacudida nos tiró al suelo. Ella se levantó primero y me ayudó a incorporarme. Nos miramos y sin decir nada salimos.
Al salir, entendí por qué Alicia estaba tan pálida y yo misma noté cómo mi cara perdía todo su color y mi corazón se saltó un latido. Me olvidé de respirar pero el abrazo de Alicia me hizo reaccionar un poco. Corrí hasta los botes salvavidas y el camino se me hizo eterno. Vi las embestidas de las olas y cómo la gente caía y se la tragaba el mar. Llegué al bote, levanté la vista y lo último que vi fue agua…
Cuando me desperté estaba en medio del mar en un bote. Giré la cabeza y vi a Alicia dormir a mi lado. Había cinco personas más. Un hombre, el único que no estaba inconsciente, me dijo que había estado dormida unas siete horas y que los equipos de salvamento ya estaban recogiendo a los supervivientes, que eran muy pocos.
Odio el mar.
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