mayo de 2019
Número 7
Ambos científicos presentaron en el mismo año 1869 y de forma independiente su clasificación de los elementos basada en la ordenación por orden creciente de masa colocando en el mismo grupo (en vertical), los elementos con propiedades químicas parecidas.
Sin embargo, el químico ruso Dimitri I. Mendeléiev se llevó casi todos los honores ya que presentó la teoría con mayor claridad, más completa, con 63 elementos, llegando incluso a predecir la existencia de elementos y sus propiedades, dejando huecos en su tabla para cuando fueran descubiertos. Otra genialidad del científico ruso fue alterar su propio criterio de orden creciente de masa en algunas parejas de elementos: Co y Ni; Te y I; priorizando su colocación según su comportamiento químico. Por ambas razones su Tabla se ha mantenido, ampliándose y modificándose ligeramente con la incorporación de nuevos elementos.
Durante mucho tiempo, Mendeléiev pensó en muchas ocasiones cuál era la mejor forma de clasificar u organizar en la Tabla Periódica todos los elementos. Los cuadros con los distintos gases y líquidos se encontraban tirados en el suelo y los agrupaba de mil maneras posibles. Hizo miles de combinaciones hasta que encontró la forma más adecuada de agrupación. Pero la clave la encontró en un sueño, fue cuando se dio cuenta del orden adecuado: si los colocaba de manera ascendente de acuerdo a la masa atómica, los elementos con un comportamiento similar se agruparían en columnas.
En un principio, la tabla no causó estruendo, pero cuando otros investigadores lograron identificar los “elementos perdidos” que Mendeleiev predijo con gran precisión, la tabla periódica pasaría a convertirse en uno de los más importantes aportes a la química. Por muchos años, vio pasar descubrimientos colosales sobre nuevos elementos y, a pesar de temer que algunos de estos pusieran en peligro su estructura, se pudieron incorporar sin crear ninguna alteración importante a la tabla.
Mendeleiev llegó incluso a ser testigo en 1900 de cómo la identificación de los gases nobles encajaban a la perfección en su sistema, creando así una nueva columna entre los halógenos y los alcalinos.
ISSN: 1988-9607 | Redacción | www.iesseneca.net |