febrero de 2012
número 4
Felipe Muriel Durán
Profesor de Lengua Castellana y Literatura
1.- PABLO GARCÍA BAENA Y SU TIEMPO
Pablo García Baena vino al mundo literario recién terminada la Guerra Civil. Formó parte junto a Juan Bernier y Ricardo Molina del núcleo fundacional de la revista Cántico. Frente a garcilasistas y espadañistas, Cántico enlaza con el Barroco, el Modernismo y el Veintisiete y, en especial con Luis Cernuda, al que dedica un número doble en 1955. Su alejamiento de las tendencias dominantes le granjeó el silencio de la crítica. A mediados de los años setenta se inicia la recuperación. Guillermo Carnero, poeta novísimo, reivindica en 1976 la significación del grupo cordobés como puente entre el Veintisiete y la poesía de los setenta. Se vuelven a defender los postulados que ya proclamó Cántico veinte años atrás: el esteticismo, el culturalismo, la primacía del lenguaje. Luego vendrán los trabajos de Carlos Clementson (1979), Luis Antonio de Villena (1984), José María de la Torre (1989), los homenajes, los galardones institucionales…
2.- IDEAS ESTÉTICAS
Pere Gimferrer señala que la obra de Pablo García Baena nos enseña, frente a tantos hacedores de versos, qué es la poesía. Desde los deliciosos cuadernos manuscritos de principios de los cuarenta hasta los últimos poemas de Los Campos Elíseos ha concebido la creación como rapto, como exaltación del espíritu. Él insiste en que la inspiración regala la primera palabra y ahí está el germen del poema. Luego vendrá el trabajo paciente y sin prisas como el de un orfebre hasta lograr la forma adecuada.
Además para Pablo vida y poesía están unidas de tal forma que su obra completa es un diario íntimo. Él parte de sus actos cotidianos y el reto consiste en que las emociones trasladadas al poema respondan a deseos y sentimientos universales. En definitiva, comunicación cordial, en la que la elegancia y exuberancia lingüística alcanza un altísimo voltaje lírico. Pablo García Baena es considerado uno de los grandes renovadores del lenguaje poético de la segunda mitad del siglo XX.
Él como sus compañeros de Cántico recupera para la poesía española una escritura basada en la memoria sensitiva. La poesía de Pablo es una constante apelación a los sentidos y, en particular a la vista. Decía Luis Cernuda que mirada y palabra hacen al poeta. Las estampas infantiles, las láminas de Historia Sagrada, la liturgia católica, la naturaleza, el cine, Córdoba, constituyen el imaginario de nuestro poeta y del que se nutren sus poemas.
3.- LA OBRA
Aunque se suelen distinguir dos etapas en su trayectoria, la de formación hasta Mientras cantan los pájaros (1948) y desde Antiguo muchacho (1950) la de madurez, todos sus libros son un solo libro. Tomando como centro el mundo interior del poeta, sus obras profundizan en los temas esenciales de la memoria, los viajes, los amigos, los libros, la religión, el amor…
Sus primeros poemas evocan el edén perdido de la infancia. En «Calle de Armas», por ejemplo, la descripción detallada de las labores cotidianas de barberos, relojeros, latoneros se altera con la irrupción del universo mítico. El joven sátiro y Junio coronado de adelfas sugieren el despertar de los sentidos al amor:
En el número 7 de la calle de Armas,al pasar, el estío soplaba sus vaharadas de esencias turbadoras:inmóvil mediodía en las eras calientescuando un sátiro joven deja caer el chorro de agua de su flauta.Allí estaban las hoces, las trallas, los rastrillos,las cribas, los sombreros de segador, los bieldos,y Junio respiraba coronado de adelfasque mustian los deseos con sus labios ardientes.
Esas alusiones a la tradición grecolatina coexisten con las cristianas y adoptan dos procedimientos. Unas veces, paganismo y cristianismo se oponen como en sus libros Junio (1957), que es un canto al amor pleno, y Óleo (1958), que supone el contrapunto del retorno a la religiosidad tras la conciencia de culpa. En otras ocasiones, esas tradiciones se confunden en poemas como « Viernes Santo» de Antes que el tiempo acabe (1978), donde la pasión de Cristo y la pasión amorosa se entrelazan:
Y está el Pretorio frío con el alba,jaspes yertos, columna,y desnudo, desnuda hasta la sangre,nos desnudamos, rito, sobre el lecho, cordeles lacerantesde los besos, caricias aprietan,tiran, tinta la res del sacrificio,
Junto a ese claroscuro barroco, la obra de Pablo García Baena está llena de referentes culturales que se integran dentro de la experiencia estética. Para evitar el confesionalismo de la escritura romántica recupera para la poesía española una técnica que Luis Cernuda ya practicó en Las nubes o Como quien espera el alba, el monólogo dramático. Nuestro autor toma de la historia personajes y situaciones que actúan como correlato objetivo de sus sentimientos. Por ejemplo, en « Excelso muro», de Fieles guirnaldas fugitivas (1990) se desdobla en don Luis de Góngora para expresar su relación de amor y odio con su ciudad:
Mas en el duro jaspe se inscriben nuestros nombrespara siempre, nupciales, los vínculos esdrújulos,mientras te yergues fría y desnuda en la almenade aquel excelso muro.
Barroco, manierista, modernista, decadente, sean cuales sean los adjetivos que podemos aplicar, la trayectoria de Pablo García Baena nos enseña que el poeta debe continuar su propio camino sin dejarse equivocar ni por el elogio ni por el desprecio. El premio a ese viaje en soledad está en las emociones que sus poemas como fieles guirnaldas fugitivas arrancan a generaciones y generaciones de lectores.
Córdoba, 30 de marzo de 2011
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