mayo de 2019
Número 7Felipe Muriel, Encuentro con Chantal Maillard [1]
Si tuviera que elegir un texto representativo de la obra poética de Chantal Maillard, escogería “Escribir”, incluido en el libro Matar a Platón y por el que recibió el Premio Nacional de Literatura en 2004; se trata de un poema- río o letanía, es decir, un poema cuya estructura repetitiva Escribir para… puede ampliarse sin límites; en él se desarrolla su concepción de la escritura como grito, como cura del dolor personal y colectivo:
Escribir
para curar en la carne abierta
en el dolor de todos
en esa muerte que mana
en mí y es la de todos
Escribir
para ahuyentar la angustia que describe
sus círculos de cóndor
sobre la presa
[…]
Escribo
para que el agua envenenada
pueda beberse
Matar a Platón (2004)
Esa declaración de intenciones va acompañada de un proceso de depuración estilística en el que el lenguaje poético se desnuda de recursos retóricos para dar lugar a un lenguaje nuevo, en el que las palabras dejen de mentir con conceptos abstractos y nos acerquen a la realidad de las cosas, al instante:
Podríamos jugar a hacer metáforas
al fin y al cabo es por analogía
que aprendemos el mundo y sus causas.
Podríamos disponer en verso las palabras,
como antiguamente, para
poderlas recordar, recordar lo importante.
Pero ha pasado el tiempo,
ya nada es importante, sólo el aire,
tres sílabas apenas, en la página.
Hilos (2007)
El inquietante título de Matar a Platón encierra un doble significado: el psicoanalítico de matar al padre como requisito necesario para que afirme el individuo su independencia y el de rechazo al filósofo griego por haber expulsado a la poesía de la República. Para Platón, la filosofía es la encargada de buscar mediante la razón la verdad, mientras que los poetas al ser meros imitadores se alejan del conocimiento. Chantal se rebela contra la contraposición poesía pensamiento y contra la concepción esencialista de la realidad. Como resultado surge una escritura reflexiva con implicaciones filosóficas que pretende captar lo que acontece, lo inmediato; empleará como vehículos de expresión tanto el diario como el libro de poemas; incluso es frecuente el trasvase entre estos géneros; por ejemplo, del diario Filosofía en los días críticos pasarán fragmentos a los libros de poemas Conjuros, Lógica borrosa y de Husos a Hilos.
Esa ruptura con la tradición racionalista occidental le lleva a nutrirse en otras fuentes, la cultura oriental o en los pensadores europeos Nietzsche y Deleuze; de ahí que su espíritu crítico revise y cuestione los conceptos heredados como el de deseo, la identidad personal, la muerte, con una clara intención ética, la de liberarnos de todo aquello que nos impide avanzar como personas; por ejemplo, en Conjuros hay varios poemas en contra del mal de amores porque van unidos al sufrimiento; el sujeto poético reivindica su libertad:
Ya nunca viajo en carne ajena,
los caminos que exploro son de tierra,
de agua los océanos que surco
ciertos los bosques que atravieso.
Cuando de amor se trata, me basta con algunas
excursiones sencillas, sin riesgo aunque perversas,
me mantienen en forma, no malgastan
las fuerzas que reservo a los abismos.
Conjuros (2001)
La poesía de Chantal Maillard en su búsqueda permanente lleva el lenguaje al límite de lo expresable. Duda de la palabra, de la capacidad del lenguaje para representar la realidad incluso plantea el silencio como la respuesta más honesta; sin embargo, la escritura se convierte, a fin de cuentas, en una forma de cura del dolor personal y colectivo, en una forma de supervivencia:
Volver a las palabras.
Creer en ellas. Poco. Sólo
Un poco. Lo bastante
Como para salir a flote y coger aire
Y así poder aguantar, luego,
En el fondo.
Hilos (2007)
Por eso, porque creemos que la palabra puede abrir un espacio de encuentro, está con nosotros esta mañana aquí Chantal Maillard, una de las voces más singulares e intensas del panorama actual.
++
Llevo acostada largo tiempo
en la orilla. Mis pechos
son colinas cubiertas de hoja seca.
Levanto la cabeza y me contemplo:
en mis muslos el vello a punto de ser vello,
me incorporo: la hierba a punto de ser hierba,
doy un paso y despierto al agua
a punto de ser agua,
se asusta un ave negra a punto de ser ave a punto
de ser negra...
Un resplandor me ciega:
el bosque me contempla, a punto de ser bosque,
a punto de ser tuya.
Hainuwele (1990) |
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